¿Quién quiere un héroe?

Los héroes tienen monumentos, la historia les recuerda, reciben la alabanza de las masas. También brillan al sol, se cantan canciones compuestas para ellos y los niños dibujan sus retratos. Se convierten en ejemplos reptidos hasta que se descascaran… y entonces les dan otra mano de pintura.
Son insoportablemente sosos.
Afortunadamente alguien inventó los antihéroes; es algo tan grande como cuando inventaron el sabor agridulce, en lugar de el dulce a secas.
No es difícil imaginarlo, todo «The Dark Knight» se dedica a eso. Harvey Dent es el caballero de brillante armadura, adorado por Gotham, el sueño y la esperanza de los ciudadanos. Termina convertido en un monstruo… ¿Es ello una moraleja?
Por su parte Batman es el ser oscuro, solitario y despreciado… que ni siquiera puede quedarse con la chica a pesar de sus millones y atractivo –claro que nunca especifican como le fue con la prima ballerina del ballet ruso… ni el resto de las bailarinas para el caso-.
Como sea, los espectadores prefieren a Batman. Lo mismo que a Hellboy, quien tambien es despreciado luego de salvar a una multitud y es necio en todas y cada una de sus facetas.
Un aspecto curioso del antihéroe es que suele ser un monomaniaco, tal cómo Batman es un obseso por la justicia… o al menos por partirles la cara a los criminales.
Una obsesa por el estilo es Fox –Angelina Jolie en Wanted-, capaz de seguir las normas de la hermandad a un extremo suicida, sin titubeos, sin problemas. También es una antihéroe, a pesar de llevar el protagónico femenino no hace caso del héroe, bueno, sólo en un beso y eso por que le cae mal la exnovia.
Pero si lo vemos de una forma más simplista el antihéroe es el incomprendido, y si consideramos que nadie se preocupa mayor cosa por comprenderse a sí mismo –menos a los demás-, ya tenemos la razón del éxito del antihéroe.