OdI 18: El Miedo

No recuerdo que tanto escribí en ése ensayo, por ahi lo tengo todavía, se titulaba "Fé, amor y miedo".
Un tiempo más tarde bebía vino tinto tras bambalinas, lo usaba como un amuleto para espantar el pánico antes de subir a dar un espectáculo. Un buen amigo se dio cuenta y me dijo "¿Desde cuando te preocupa hacer el ridículo?"... no las más inspiradas palabras de aliento, pero tenía razón. Ese sigue siendo uno de mis miedos.
Tengo más miedos almacenados y los padezco de cuando en cuando, para que no se oxiden. Los detonantes son diversos, pero siempre tengo la convicción de levantarme. Aprendí por la mala, como todos, que es peor dejarse paralizar.
El miedo es nitrógeno líquido que nos congela por dentro. Nos va quitando la vida poco a poco, no nos mata, pero nos deja tirados temerosos de movernos... como los jerbos inmóviles ante una serpiente al acecho.
La Fé -no en sentido religioso, la mera convicción-, rompe el miedo y nos permite saltar al abismo... para sortear lo que sea, para probarnos.
La caída y el golpe final nos muestran lo que somos... y a partir de ése conocimiento interno, ése aprecio, podemos ir hacia fuera... y amar.
Entonces el miedo vuelve a su caja de cuerda, como un siniestro polichinela... esperando a saltar de nuevo, cuando más nos convenga.
2 Comments:
Creo que, en efecto, el miedo nos paraliza. Pero sólo si te dejas. Vete leve, Rafa. Como bien dices, el golpe avisa.
Yeap... leve, leve, pero con convicción. La misma recostrucción que vivo es la escalera fuera del abismo.
Publicar un comentario
<< Home