sábado, junio 06, 2009

OdI 13: El caminante

Las brújulas son invento maravilloso, te indican dónde esta el norte, a partir de lo cual deduces la dirección de tu destino. Fué clave para los navegantes, que así sabían que vientos tomar y que corrientes marítimas aprovechar.

Orientarme es algo que se me da fácil. Tanto físicamente como interiormente.

Hace tiempo un amigo me decía que yo lo desesperaba, pues nos fijábamos un destino común y él -explicó, trazando líneas con la cerveza derramada-, decía "voy de A a B, por tanto sigo ésta línea que es la más corta. Pero mientras la recorro te veo zigzagear a lo largo del recorrido hasta perderte de vista. Llego al destino señalado, enojado por que te quedaste atrás y resulta que estas ahí esperándome.

Para ir a algún lado hay que saber a dónde deseas ir antes de emprender el camino, al menos tener una intuición. Antes que éso, incluso, hay que saber dónde está uno.

Hay ratos en que sabes donde estás, flotando en la paz de la calma. Esa calma marítima donde no hay viento o corrientes que te permitan tomar un rumbo, el que sea. Además, tampoco sabes donde está ése punto de calma, quedas flotando a la deriva en la ignorancia.

Es una situación apacible, pero si se extiende mas allá de lo que tus provisiones permiten... te mata.

Menos mal que yo no navego, sólo sigo caminando.